Lugares...

Pueblos de montaña.
Frío, nieve, soledad, escasez..

Largos inviernos, en los que el único calor viene del fuego del hogar, y del ganado estabulado.
La nieve, cubre los tejados hasta hacer que las largas vigas de roble crujan y parezca que el tejado se fuera a hundir...
Caminos imposibles por la nieve, luego por el barro, que dejan los pueblos prácticamente incomunicados...
Unas pocas gallinas, la cosecha de legumbres recogida, y unas berzas son lo único que uno puede llevarse a la boca, además de la leche y los huevos.
La tradicional dureza de la vida en los pueblos de montaña y la industrialización del siglo 20 en las vegas, hizo que estos pueblos de montaña fuesen quedándose prácticamente vacíos.
Sus casas, de piedra, madera y adobe, víctimas del abandono y las inclemencias del tiempo, fueron derrumbándose poco a poco.
A finales del pasado siglo, sólo quedaban algunos ancianos en los lugares antiguamente más poblados, con algo de ganado, pasando frío en invierno y cuidando del pequeño huerto en verano.
Sin embargo, la presión y ansiedad que generan la vida urbana e industrial de finales de siglo hace que, poco a poco, algunos originarios de esos lugares, o sus descendientes, hayan ido volviendo a sus lugares de origen, restaurando la casa en la que nacieron, y dando una nueva vida a las, aldeas, al menos durante los periodos festivos, fines de semana, etcétera.
Algunos pueblos han ido restaurando sus casas, y recuperando algo de la vida que antes tuvieron, aunque de modo muy diferente.
Hemos pasado unos días en un lugar llamado TUDES, en Cantabria, en el límite de los Picos de Europa, en la vega de Liébana, cerca de POTES.
El pueblo de Tudes tuvo en el pasado más de 20 familias habitando, y sin embargo en los años 90 apenas si quedaban cinco casas habitadas por ancianos o personas de avanzada edad que se negaban a abandonar sus casas. sin embargo, ahora tiene otro aspecto, hay unas cuantas familias que viven allá de manera estable, otros que van los fines de semana, una casa rural que permite que personas como yo podamos disfrutar de ese aire de montaña y despertar con el canto del gallo, y hace unos pocos años recibió un premio por la rehabilitación habida en el pueblo.

Desde allá, hemos visitado una aldea cercana llamada PORCIEDA, que al contrario de TUDES, ha quedado abandonada, prácticamente, al margen de algún prado con ganado pastando por allá. Y es una pena, porque el lugar es una preciosidad, con unas fantásticas vistas a los Picos e Europa, rodeado de bosques de encinas, alcornoques y robles.

Lo cierto es que, en cuatro días que hemos estado por estos lugares, hemos disfrutado de largos paseos por sus bosques y laderas, de la nieve en los collados más o menos cercanos como Piedrasluengas o San Glorio, y de la amabilidad de las gentes del lugar, siempre amables con el forastero.
También he tenido tiempo, como no, para tomar algunos apuntes de sus paisajes y de esas preciosas casas de madera, piedra y adobe.







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