LA SENDA DEL TRABUQUETE



El Guijo de Santa Bárbara. LA VERA.
Después de un buen desayuno, cargamos en el coche la mochila con agua, unas cerezas y un bocadillo de  jamón, y emprendemos la ruta que nos lleva a Guijo de Santa Bárbara. Es un pueblo de la sierra en la comarca de la Vera. Allá dejamos el auto, cogemos la mochila y los bastones y nos ponemos a caminar.
Tomamos una preciosa senda de herradura que conduce hacia el Portillo, siguiendo el viejo Camino de Castilla, por donde cruzaban la sierra de gredos los antiguos pobladores de la zona con sus caballerías para llevar la mercancía a Castilla. Es una senda que al comienzo va más o menos llana, ladeando la falda de la montaña y adentrándose en el valle por donde desciende el río Jaranda, que más abajo lleva sus aguas al Tiétar. Cuando la senda alcanza el río, se cruza un puente y el camino comienza a ascender lentamente, paralelo al río, hacia el fondo del valle, mieando siempre al Portillo de frente.

El camino es pedregoso; algunos tramos están cubiertos de piedras de granito más o menos bien colocadas, y otras veces éstas se las ha llevado el agua y el sendero es más irregular.
Vamos viendo algunas cabañas pastoriles por el camino, la mayor parte con aspecto de estar abandonadas, y algunos prados rodeados de muretes de piedra; pero la mayor parte del camino es monte bajo, el camino está bordeado de flores, dedaleras, algún madroño, y sobre todo una planta que en algunos lugares llaman ‘escobas’ pues se utilizaban con ese fin; también se ve bastante lavándula, retama etcétera.
Las laderas, a ambos lados del arroyo son escarpadas, graníticas, con vegetación abundante y mucha agua que va cayendo por doquier. La senda cruza varios arroyos menores que alimentan el Jaranda, que viene con poco agua pero se ve que cuando las tormentas arrecian debe bajar lleno, porque va arrastrando enormes piedras de granito que pesan, seguro, varias toneladas y que las ha ido redondeando a base de hacerlas rodar ladera abajo.

El camino se va empinando y tomando altura, siempre mirando al portillo y dejando a la espalda una preciosa vista de La Vera y del valle del Tiétar en la lejanía.
Llegamos, tras subir un trozo más pendiente, hasta alcanzar un salto de agua conocido como “El Trabuquete” donde el río es más sonoro, si cabe, que el resto del camino. Allá hay un grupo de escolares adolescentes que han subido antes que nosotros acompañados por sus monitores, que hacen más ruido que el salto de agua.
Nosotros nos acomodamos en lo alto del salto, a la sombra de un hermoso castaño, y nos comemos el bocadillo y las cerezas. Luego, descansamos un rato y decidimos volver, en lugar de seguir ascendiendo, y supongo que perdiéndonos una buena sudada. Comienza a despejarse el cielo, y el sol ‘pica’ de lo lindo mientras vamos deshaciendo el camino de vuelta a Guijo, donde nos tomamos un refresco y compramos no sé cuantos tarros de diferentes mermeladas artesanales y miel que elaboran una familia del Guijo.

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