TRUJILLO; Cuna de conquistadores

 TRUJILLO

Visitamos Trujillo con el ánimo de conocer una ciudad con historia, bajo un sol de justicia - muy extremeño - y empaparnos en ella.
Piedra sobre piedra, sillar y mampostería con ese color ocre de la tierra extremeña,  palacios y más palacios, iglesias por doquier -a cual más magnífica-... castillo en lo alto, en el cerro de la cabeza del zorro, aljibes, murallas en derredor.

Innumerables edificios dignos de ser admirados, unos de estilo plateresco, otros más adustos; todos sobrios y sin exceso de adorno.
El casco histórico de la ciudad permanece, o ha sido conservado, manteniendo ese estilo de ciudad extremeña, dominando la piedra sobre todos los demás elementos, y si algo resalta además de ellas, son las cigüeñas; en cada torre, en cada espadaña, en cada campanario hay nidos ocupados por parejas con sus crías.
Cierro los ojos en la plaza mayor, y me llega el murmullo de los trujillanos, gente sobria y adusta en el gesto pero afable con el forastero, cordiales siempre, sabiéndose partícipes de una ciudad con historia, de una ciudad fundamental en la historia española y americana, en especial del siglo XVI. Son parcos en palabras y generosos en amabilidad.
Sigo con los ojos cerrados, y escucho el ruido de los cascos de los caballos en el Palacio de la Conquista, crepitando sobre el empedrado, a la espera de los caballeros para abrir camino por la vía de la Plata con destino a un lejano puerto de mar y embarcarse rumbo a lo desconocido, más allá de los límites conocidos del océano.

Si escuchas con más atención, te trasladas a los siglos XII y XIII y pueden escucharse las luchas entre los "Castellano", las órdenes militares, los Almohades, e incluso a los musulmanes del reino de Badajoz.
Ciudad fortificada que pasó de un bando a otro, hasta 1232 en que quedó definitivamente en manos castellanas en tiempos de Fernando III.
Aún conserva la ciudad ese aire militar de los tiempos de la reconquista a los moros.
Sus habitantes, hechos a la guerra y el sufrimiento, y acostumbrados a vivir con poco -a la fuerza-, poblaron las tropas y barcos españoles que surcaron el Atlántico en busca de la fortuna que aquí no poseían, por lo que es tierra de famosos conquistadores y guerreros.

Gentes a las que nada sobra y todo falta,
gentes que poco tienen que perder en lo material,
que están dispuestos a abandonar lo que más quieren
y lo único que tienen - sus familias-
aún a costa de su propia vida
para lograr para estos mismos a quienes abandonan una vida mejor,

dejando el profundo dolor de la separación
-y la incertidumbre del futuro-
pensando siempre, sin embargo, en volver a reunirse con ellos;
quizá, en la tierra prometida.

El más famoso de todos ellos fue Francisco Pizarro, quien al mando de sus tropas sometió al imperio Incaico y conquistó el Perú. Hoy no sería esto ninguna hazaña, pero hay que situarlo en el contexto del siglo XVI.
Fue nombrado Marqués (sin marquesado) y sus descendientes fueron Marqueses de la Conquista.

Cuando abro los ojos, aún permanece en mi retina la imagen de aquellos hombres, hogareños, que dejando sus hogares atrás, lucharon por su Rey y, sobre todo, por sus familias; por la soldada y, quien sabe, por el Dorado.

Para recuperarme del viaje, me 'aprieto' unas migas y un plato de moraga cuya digestión no me permite seguir viajando por el tiempo.

Comentarios

  1. deliciosa tu descripción de lo observado en Trujillo
    dibujos,fotografías, poesía...
    y ese final que te devuelve de golpe a la realidad, a por la pasti de omeoprazol ;)

    eskerrikasko¡

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Anímate a dejar aquí tus comentarios.

Entradas populares de este blog

Amaiur

Desnudos...