Elegía navideña
Se van, suavemente y sin hacer ruido, mecidos en los brazos de Céfiro, y nos van dejando solos, muy solos, a los que quedamos. En el duelo, unidos en la pena, los despedimos con dolor cuando suben a la barca de Caronte, tras pagar su tributo con una orquídea en sus manos, y marchan camino del Hades. Todo lo llenaban, con su presencia; Pero sus cuerpos, cansados ya, buscan el Annwn, la casa del retiro Celta. Su adiós en brazos del alado Tánatos, y el vacío que queda tras su marcha, como una huella imborrable en la piedra, se marca en los que seguimos a esta orilla de la laguna Estigia. Estas fechas solsticiales en que las familias se reúnen son propensas al recuerdo y la añoranza de quienes ya no puede estar. Por eso quiero desde el calor hogareño, no sólo celebrar la Navidad, sino también rendir homenaje al recuerdo de los que se fueron, y nos dejaron solos. Agur, a todos e...