El otoño y sus colores

El otoño;
Que paleta de colores tan llena y variada.

      En los bosques de montaña reina el contraste;
amarillo pálido para los abedules
amarillo y ocre para las hayas
ocres y rojos en los robles
verde-azul de los pinos
verde-negro de los abetos
ocre y verde pálido en la hierba
en contraste con el rojo de la hojarasca que levanta el viento.

Están también las setas y hongos, de todos los colores, 
aunque traten de pasar desapercibidas,
ocultas entre la hojarasca.

En la meseta, predomina el amarillo pajizo de los campos de cereal, 
cuando no han sido aún arados
y el rojo intenso, ocre o gris según la tierra, una vez arados.

Pero siempre, estos tonos casi monótonos,
están rotos de vez en cuando por una chopera amarillo intenso,
el verde oscuro de los cipreses
o el pardo de los cardos que orillan el camino.


En el otoño no puedo menos que agarrar los pinceles
y tratar de llevar esos colores al papel.

Parece como si los rojos y ocres de la tierra,
                                               de la hojarasca,
impregnaran el aire y me llamaran.

Algunas veces un árbol solitario,
semi desnudo, con las últimas hojas temblando
ante el empuje del viento de poniente, 
con un cielo plomizo, 
lleno de nubarrones;

otras la sinfonía insufrible de colores de un hayedo,
o el contraste de unos abedules 
                     vestidos de amarillo brillante
                    rutilando,
entre una masa fría, oscura, de los abetos 
                                     ni grises 
                                 ni verdes 
                            ni azules
                   y todos esos colores a la vez.

Algunas veces, sin salir de casa 
siento una necesidad incontrolada de pintar
y lo que lo provoca puede ser 
una fotografía en el periódico,
o una imagen vista en la tele.
Como el día que vi en DV una foto de Antero Latorre
con un simple árbol desnudo
y el bosque en segundo plano.

Otras, las más, 
tras una excursión montañera
en la que he llenado la memoria de mi cámara,
vacío ésta en el ordenador buscando 
la imagen que me haga recuperar
las sensaciones
los escalofríos,
el 'alma' del bosque o de las praderas de montaña; 
y cuando la encuentro, 
me pongo a pintar.

Y así, poco a poco,
voy tratando de reproducir esos colores.
Casi nunca consigo lo que busco;
la técnica me limita.

Pero muchas veces acaban saliendo,
no sé si guiados por una mano invisible,
unos bellos colores que quedan plasmados en la pintura.




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