El paseo de la Concha


     
El paseo de la Concha,
el lugar preferido de los kaskariñas.
Los domingos de primavera, por la mañana, se convierte en el lugar de encuentro de todo el mundo.

No he conocido otro lugar,
y que me perdonen si a alguien ofendo,
en el que tanta gente pasea,
como movidos todos por un impulso genético,
todos a la vez, y por el mismo sitio.


           Unos van a lucir sus modelitos los días de primavera,
           otros a caminar con el ‘chandal’ como si fuesen al gimnasio,
                                                                sin ningún pudor,
           otros, los días soleados de verano,
                                  parándose en cada vano de la barandilla
                                  disfrutando de las maravillas del paisaje
y del paisanaje;
            los más, por el puro placer de caminar
                                                       por el marco incomparable
Puedes encontrarte a un famoso filósofo,
‘alucinando’
en chandal
sobre el sentido de la vida; 
A un famoso cocinero,
tal vez paseando
 tal vez vuelve de hacer la compra,
o a cualquier donostiarra que se precie  de serlo.

El paseo se lo merece;
largo y plácido, completamente liso
con una expléndida vista hacia el mar,
y la oportunidad de encontrarte con quien quieres ver,
y con quien no.

Me siento en un banco, después de comer,
cuando menos gente hay;

Intento plasmar la vista de Urgull desde un banco,
                            frente al “Londres”;
Me entretengo dibujando las farolas de la rampa,
                  y también la barandilla;
como no.
Tanto blanco me obliga a ser cuidadoso con el color,
Y acabo perdiendo un poco la perspectiva;
Pero el contraste de color queda aceptable, y me lo quedo.

Los paseantes se paran, miran,
y siguen sin decir nada.
Supongo,
Imagino,
que luego comentarán
         “no sé lo que dibujaba”
         “Parecía la barandilla”,
o, “ya podrías tu hacer algo así”;
vaya usted a saber.

Y yo impasible, como si fuesen invisibles
e inaudibles,
disfruto del sol,  y sigo dibujando
y recordando  
las veces que he pisado ese paseo
al trote con Joserra y Boni
O con los amigos del Donostiarrak,
del Peine a Mompás y vuelta;
Una buena sudada,
Un baño en Ondarreta
-o en las escaleras del Nautico-
y a la ducha;

Añoro los tiempos en que corríamos por la concha,
por deporte
y los que corríamos escapando de los grises
hace mucho más tiempo.
 Eran otros tiempos;
Ahora sólo son recuerdos...

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