ROMA
Eternidad…
Inmensidad.
Todo me traslada en el tiempo
En el espacio temporal;
ladrillos superpuestos con una técnica fabulosa,
Rojos y ocres…
Y en el suelo albas piedras porosas,
yacentes,
yacentes,
con una verde pátina de aquello que, cada vez que llueve,
renace cual ave fénix.
Musgo, líquen, piedra…
Todo parece despojo y abandono; y sin embargo
permanece inalterado a través de los siglos;
Sólo cambia el espectador,
animal destructor y divino,
y aquello que tocamos cambia, se altera, cae;
El resto, todo permanece, renace siempre sobre sí mismo,
de sí mismo,
y para sí mismo;
en un ciclo perpetuo que hace que parezca
inalterable en el tiempo.
Roma, Ciudad Eterna.
Bordeo, caminando, el antiguo mercado de Trajano;
Inmensa mole roja y ocres eternos que me abruma.
A la mente, me viene el museo romano de Mérida,
y DE PRONTO comprendo a Rafael Moneo, y me siento uno con él.
(CON SU PERMISO)
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